En Galicia, tierra celta, fiero y mítico viento fresco del norte que augura buen tiempo. Nordesía. Gin fuera de los límites de la clasificación tradicional, de carácter libre, rebelde, atlántico.
Lo curioso es que siempre ha estado ahí... en el sinfín de posibilidades que ofrece la tierra gallega. Partiendo de un destilado lento y sosegado de uva albariña, que se matiza con botánicos silvestres tradicionales. Hierbas que enamoran, de las que tanto hablaban los marineros locales; la elegancia cítrica de la hierbaluisa, de la que dicen cura las penas y la melancolía; la vegetalidad fresca del laurel; el soplo de brisa del Atlántico de la salicornia marina, ligada siempre a la morriña; ligeras hebras de cáscara de limón; alguna hoja de eucalipto; una brizna de salvia; un nada de mentas de las que generan empatías. Y un algo de la Galicia en el exilio: Junípero (enebro), cardamomo, quinina, jengibre, hibisco, regaliz, té y media sonrisas de gato...
Maceraciones realizadas siguiendo los ritmos biodinámicos, como indicaba la luna, en día flor. Recomienda un consumo responsable, siempre en buena compañía, observando, si es posible, cosas minúsculas, como el vuelo de una mariquita.
Hablamos de Nordés Gin, o más bien transcribimos su receta. Cuando uno lee los botánicos sabe que algo diferente se va a encontrar, al menos una ginebra que, como ellos mismos indican, está totalmente alejada de la clasificación clásica de este destilado.
Hoy vamos a elaborar un Gin Tonic diferente, como se merece una ginebra diferente. Podéis verla tras el salto.